viernes, 28 de octubre de 2011

After Obsession capítulo 1


Bueno aquí os dejo el primer capítulo de After Obsession.

1. Aimee.

Eres mía.
Serás toda mía.
Estas son las palabras que oigo cada enloquecedor día desde que el padre de mi amiga murió. Se deslizan por dentro de mi cerebro todo el día, hasta creo que me estoy volviendo loca, y hoy no es una excepción. Aun andando medio desnuda en la hierba en el patio trasero con mi novio, Blake, las escucho. Se supone que estamos mirando el cielo, disfrutando del perezoso puesto a entender sentimiento, pero no…
“Tu, Aimee, eres la mejor,” dice Blake. “Eres la mejor novia en el universo y eres mía para siempre. ¿Lo captas?”
Las palabras me recuerdan aquella voz del sueño, y aun cuando mi cabeza descansa sobre el pecho de Blake, no siento calma como normalmente hago cuando estamos juntos. Las nauseas se asientan en mi estomago. El corazón de Blake golpea como un tambor recubierto por una canción de sangre que no puedo escuchar. Blake es un cantante. Siempre tiene una canción pasando por su cabeza, e imagino que esa canción le llena de manera completa, bombeando en su sangre, extendiéndose por todos sus capilares, de manera que las palabras llegan a mí. Suspiro por encima de sus latidos.
“El abuelo y Benji estarán en casa muy pronto,” digo.
“¿Pista indirecta?” pregunta, alcanzando su camiseta y sonriendo con su sonrisa de estrella de rock que hace a una desmayarse.
“Más o menos,” me disculpo.
Todo a nuestro alrededor simplemente es el boque, el rio y la casa; se siente como si estuvieran observándonos, diciéndonos está bien ser joven y feliz. Pero no está bien ser joven y feliz, no hoy. No ahora. No cuando el padre de Courtney está muerto. No está bien para mi ser feliz cuando todo dentro de ella es un gran, gran dolor. Personalmente conozco ese  dolor. El océano se llevo al padre de Courtney; el rio se llevo a mi madre. Fue hace bastante tiempo, pero mi dolor aun está ahí.
Blake me recuesta de nuevo sobre el gran pino, pero realmente no estoy sintiendo nada. En las últimas pocas semanas, he estado sintiéndolo menos y menos con Blake, y eso me preocupa demasiado porque somos perfectos el uno para el otro; todos dicen eso.
Blake gime. “Tenemos que escribir un artículo en psicología sobre nuestros profundos miedos.”
“¿Si?”Sus ojos son tan grises. Son ojos del océano; aquellos en los que pienso. Aun, tomo el cebo y pregunto, “¿Cuál es el tuyo?”
El mueve sus manos hacia abajo desde mis hombros a mis brazos, hasta llegar a mis muñecas, y me agarra ahí mientras se encoge de hombros. “No lo sé. Realmente no tengo muchos miedos. El fuego, tal vez. No entrar en Stanford.”
Algo dentro de mí se derrama alrededor como el café viejo, rancio y nauseabundo. Un cuervo se desprende del árbol, las alas negras golpeando contra el aire, con el aire, del aire.
“¿De qué tienes miedo?” pregunta.
Pienso en ello, entonces solo digo la verdad. “Tengo miedo de mi misma.”
Sus cejas se fruncen, confundido.
Saco un gran aliento y digo, “Yo. La cosa que más temo soy yo.”
Hay algunas cosas de mí que no puedo explicar. A veces, veo cosas en mis sueños antes de que ocurran- al igual que acostumbraba mi madre, lo cual me hace pensar que hay algún tipo de componente genético de todo el asunto “Psíquico”. Si, se que todo esto es extraño, y si, veo cosas sobre Courtney, y sí, estoy viendo cosas de algún robusto chico que nunca he conocido, un chico que tiene el tipo de piel que parece perpetuamente bronceada. Y si, hace semanas he tenido un sueño sobre unos hombres ahogándose, pero la niebla era tan intensa y la luz era tan mala que no pude distinguir quienes eran, no sabía cómo pararlo. No me di cuenta que uno de ellos era el padre de Courtney.
Los sueños como ese hartan.
No solo son los sueños. A veces cuando las personas están enfermas o heridas, puedo tocarles y de alguna manera ellos están mejor o comienzan a sanarse. A veces puedes ver sus heridas comenzar a juntarse. No sé si mi madre podía hacer eso también; ella no vivió lo bastante para preguntárselo.
No estoy loca.

Justo antes de que Blake se fuese nos dimos un beso de despedida, largo y lento, presionándome al borde de su vieja camioneta Volvo.
“Me gustaría no dejarte ir,” digo.
Aparta su cabeza, quita algo de pelo de mi cara. Sus palabras tocan mi mejilla, suavemente. “A mí también.”
Doy un paso hacia atrás. El viento resopla mi pelo en mi cara. Blake se queda mirando a mi casa, una gran capa de tejas de madera con un pórtico delantero, apegado a un garaje, todo eso. “Tu casa parece ser acogedora,” dice.
“¿Parece acogedora?”
“Solo parece agradable. Me gusta imaginarte ahí durmiendo por la noche.”
Doy la vuelta para mirar la casa y vuelvo a apoyarme de nuevo en su coche con él. “Parece ser acogedora. Ahora es tan diferente a la casa de Courtney. A veces se siente horrible ahí, ¿sabes?”
“Creo que es un sentimiento común.” Tira de mi muñeca atrayéndome cerca de él. “Llama a Courtney, tenla cerca. Entonces tal vez ambas os sentiréis mejor.”
Así que, inmediatamente después de que Blake se fuera, envío un mensaje a Courtney para que venga conmigo en kayak, y el abuelo me avisa de que pasara otra hora antes de que el y Benji lleguen a casa.
Tan pronto como Courtney llega a mi casa, agarramos los chalecos salvavidas, los remos y nos dirigimos al largo muelle de madera que sobresale en el rio. Esta aproximadamente a media milla de la bahía y del océano donde el padre de Courtney murió. Es la misma distancia de regreso a la ciudad, más lejos en coche. El rio es la forma más rápida de entrar y salir. Por un segundo Courtney se fija en el mar, y sé que está pensando en su padre porque sus ojos apagados y su boca decaen. Sin embargo se estremece  y parece que en realidad puedo ser testigo de su cambio de aspecto en algo feliz.
“No creerás lo que me ha ocurrido hoy,” dice. Su oscuro pelo se levanta de su cara con el viento. Sacude la cabeza así como al gran recuerdo.
“¿Qué?” Sostengo nuestro kayak biplaza mientras ella se desliza en el compartimento delantero.
“Es súper horrible,” dice, inclinándose hacia adelante para aferrarse a la base mientras me meto en la parte posterior del kayak. “En serio. Es igual de horrible que en el nivel de las revistas de mujeres verdaderas historias de horror de la vida.”
Cogemos los remos y empujamos hacia un lado, pasando rápidamente por la parte superior del agua. Trato de no pensar en que el padre de Courtney está muerto o en mi madre que está muerta, ni uno ni otro. Por lo menos sabíamos donde murió- justo aquí. Esto era una mala idea. Las empuje fuera de mi cabeza.
“Dime que ocurrió,” rogué y sonreí. Esta tan bien ver a Courtney actuar como su antigua yo, no demasiado triste, hablando de nuevo.
“Okay. Entonces, Justin Willis necesito un bolígrafo en Honors Bio y saque un bolígrafo de mi bolso, ¿cierto?”
Nuestro kayak cortaba a través del agua mientras ella hablaba, con un constante ritmo hacia arriba y abajo.
“Cierto,” digo, porque ella se ha detenido para reconocerlo.
“Asi que tome el bolígrafo, lo sostuve y el aun sigue "Necesito un bolígrafo. ¿Alguien tiene uno? " y yo estoy como "¡aquí amigo!" y ahora estoy agitando el bolígrafo en frente de su cara, porque estoy súper molesta de que me este ignorando y pienso, ¿Qué? ¿Es que mi bolígrafo no es suficiente para ti Justin Willis?”
“¡Por supuesto que lo es!” Estoy completamente ofendida en nombre de Courtney.
“No. No. Espera que…” deja de remar y se echa a reír, maniobrando para que así pueda ver su cara cuando cuenta el resto de la historia. Aprieta sus ojos como si eso fuese demasiado. “Entonces miro el bolígrafo en mi mano, y no es un bolígrafo.”
“¿No es un bolígrafo?” pregunto en silencio. Courtney es realmente buena contando historias. Debería ser un comediante. Estoy segura.
“¡No es un bolígrafo!¡Es un tampón! ¡Estaba agitando un tampón en la cara de Justin Willis!” Se inclina hacia atrás y ríe tan fuerte que el kayak se contonea. O tal vez es porque también estoy riendo.
“¡Eso es tan horrible!” digo.
“! Lo sé ¡!Lo sé¡”
Ambas abandonamos los remos y solo flotamos ahí durante un minuto, porque a veces la vida es demasiado divertida.
“Te adoro Court,” le digo. “Eres la más boba en el mundo y te adoro”
“Ha” se ríe. “¡Lo sé!” Una nube pasa por encima del sol, formando sombras en el rio.
Estamos muy cera de la bahía donde su padre murió y dice, con la voz llena de tristeza otra vez “Regresamos a la ciudad ¿vale?”
El abuelo y Benji regresaron unos pocos minutos antes de dejar a Courtney. Estoy echando un vistazo en la nevera por comida cuando entran precipitadamente.
El momento en el que ambos dan un paso hacia dentro, una patata desde el extremo más lejano de la encimera de la cocina cae en el mármol y golpea en el suelo. Y rueda y rueda. La agarro. Las patatas huelen como a tierra, al igual que la suciedad, y normalmente me gusta ese olor pero esta vez me hace estremecer. No sé por qué. Es en momentos como estos en los que dudo que esté completamente sana.
El abuelo me besa en la frente. “¿Cómo fue el futbol?”
“Bien” digo. “¿Cómo fue el Cachorro de los Scouts?”
“Aburrido,” dice Benji mientras lanza sus empapadas cosas de natación al suelo. Caen un montón de gotas, la humedad volviendo el azul de su traje de baño oscuro, casi como la cabeza de una foca asomando fuera del agua del océano. Por un segundo me desplazo a esa extraña zona en la que siempre sucede algo cuando me llega la visión de las cosas. Veo una foca –una autentica foca. Me mira. Sus ojos están llenos de perdida y… de algo más. ¿Un aviso? Muevo la cabeza haciendo que desaparezca.
“Recoge esto Benji. Sera moho. Los Scouts son buenos. Nadamos en Y,” dice el abuelo. Su frente se arruga. “Recógelo ahora, Benji.”
Benji trota de vuelta y recoge sus bártulos mojados. “El abuelo estuvo coqueteando de nuevo.”
“¿En serio?” Cojo una manzana de la encimera y la muerdo. “El abuelo nunca coquetea.”
“No lo hago,” dice, pero sus ojos adquieren un malvado brillo de hombre anciano.
“Nunca. Es el hombre menos coqueto que conozco,” bromeo apartándome.
“¿Dónde estabas?” me pregunta el abuelo, entonces grita abajo hacia la lavandería, “¡Pon esas cosas mojadas en la lavadora, no en el cesto Benji!”
“Lo que sea,” grita Benji desde abajo.
El abuelo levanta las cejas con una mirada de abuelo insatisfecho. Coge la manzana de su bol. “Está adquiriendo actitud.”
“Voy arriba a pintar,” le digo. Al abuelo le gusta saber lo que estamos haciendo. Le hace sentir que es competente y controlador. La perfecta madre sustituta.
“Estoy a cargo de la cena esta noche. ¿Suena bien un bistec?”
“Si.” He comenzado a subir las escaleras pero paro para preguntar, “¿Está regresando papa a casa?”
“Una reunión tardía con los médicos.”
“¿Otra vez?”
Suspira. “Otra vez. ¿Qué hace Courtney?”
“Hoy parecía estar un poco mejor.” La tristeza se asienta en mí. “Pero piensa que su padre aun esta…”
“¿Vivo?” El abuelo sacude la cabeza. “El agua de Maine está demasiado fría para que cualquiera dure mucho tiempo, incluso ese hombre. Es mejor aceptar la realidad.”
“Lo sé.” Trago saliva, tratando de no recordar la visión en la que el hombre en el agua estaba llegando arriba, tratando de encontrar algo a lo que sujetarse, pero solo encontraba niebla.
De repente el abuelo esta a mi lado, cogiendo mi brazo. “Sostente ahí, campista.”
“Lo siento. Es tan… tan triste.”
“Lo sé. A veces la vida es triste.”
“Su primo llego hoy,” digo “y su tía. Son de algún lugar de Midwest, creo. Van a tratar de ayudarlas a mantener la casa.”
El abuelo me deja ir. “Bueno. Dios sabe que necesitan toda la ayuda que puedan recibir.”
Apenas una hora después estoy con mis deberes y pintando cuando el abuelo comienza a gritar nuestros nombres por las escaleras. “¡Aimee! ¡Benji! ¡La cena!”
Benji sale apresuradamente de su habitación, me saca la lengua y vocifera escaleras abajo. Le sigo, diciendo a gritos, “Voy a golpearte. ¡Eres taaaaan lento!”
Esto es totalmente mentira, porque ni siquiera estoy intentándolo.
“¡Ganador!” Golpea la mesa y anuncia, “¡Me encanta el bistec!”
“Carne muerta. De rechupete,” digo, sentándome. Imagino la vida de la pobre vaca, atrapada en la instalación de una granja, enferma, sola. Puedo verlo perfectamente. Intento reasignar mis pensamientos, porque esto mentalmente no es sano y echo un vistazo a mi abuelo. Se ve un poco cansado. Esta mucho por aquí ya que mi padre trabaja sesenta horas a la semana. “Yo habría puesto la mesa, abuelo.”
“Lo sé, pero estas ocupada. Además un anciano necesita sentirse útil.” Pincha con el tenedor un filete sobre mi plato. “¿Te he contado la pequeña aventura que hemos tenido Benji y yo?” pregunta.
Muevo la cabeza y corto la carne. “No.”
“Benji.” Señala el abuelo en dirección a la nevera.
Benji deja su tenedor, aparece y se precipita a la encimera, salta sobre ella, llega a lo alto de la nevera y coge algo en una bolsa de Ziploc, entonces salta la encimera y las olas de la bolsa están en mi cara. Inspecciono el contenido naranja.
“¿Es un Cheeto?”
“No es cualquier cheeto, ¿verdad abuelo?” dice Benji.
El abuelo se frota las manos. “Eso es cierto”
Examino la anaranjada comida procesada e intento averiguar qué decir. “Okay. Es, um, es…”
“¡Marilyn Monroe!” anuncia Benji.
“¿Qué?” Miro al abuelo en busca de ayuda.
“Marilyn Monroe. Fue una de las grandes estrellas del cine en su día. Tenía el pelo rubio y…”
“¡Enormes tetas!” Interrumpe Benji.
“¡Benji!” Le grito.
Se deja caer en su asiento, riendo. El abuelo esta riéndose.
“Chico bobo,” digo.
“Nosotros no decimos bobo en esta familia,” dice el abuelo severamente.
Dirijo mi tenedor hacia él. Algo de carne se cae. “No, pero decimos tetas. Eso es justo. De cualquier forma, se quién es Marilyn Monroe. Solamente no entiendo lo que tiene que ver con el Cheeto.”
Benji rueda los ojos. “Ella es el Cheeto.”
“¿Reencarnada?” acuchillo un pedazo de bistec.
“No.” El abuelo coge la bolsa de Benji y lo pone en frente de mi cara. “Mira de cerca. ¿No se parece a Marilyn?”
Medito sobre esto. “Um. Bueno, hay algunas abolladuras.”
Benji señalo la parte superior del Cheeto. “Mira, ese es su pelo. ¿Puedes verlo, o no puedes Aimee? Se parece a ella.”
Su agudeza es toda una lindura. Hay un gran golpe en el piso de arriba, que nos hace saltar. Dejo caer el tenedor. Un sonido metálico contra el plato.
“Un libro que se ha caído,” dice el abuelo, lo cual despeja mi piel de gallina. “¿La has visto en el Cheeto?”
“Claro,” digo, cogiendo my tenedor. “Lo veo.”
A ella,” corrige.
“A ella. La veo. Wow.” En verdad asiento con la cabeza. “Eso es super divertido. ¿Qué vas a hacer con el Cheeto Marilyn Monroe?”
Benji da saltos, emocionado. “Venderla en eBay.”
Me atraganto y de alguna manera logro decir, “¿eBay?”
“Es un sitio de subastas por Internet,” explica el abuelo. “Benji come tu cena.”
“Sé que es eBay.” Esta vez dejo el tenedor sobre el objeto y lo digo de nuevo solo para asegurarme de que lo entiendo. “Estas vendiéndola en eBay.”
“¡Sí!”Dice Benji. “La gente ya esta pujando.”
“¿Sabe papa de esto?” pregunto.
“De hecho lo haría si llegase a casa alguna vez,” dice Benji. Su sonrisa se va. Mete más la patata en su cara. Sus dientes se cierran de golpe y traga. “Apuesto a que podríamos conseguir mil dólares.”
Mi corazón sufre por él.
“¿Qué piensas Aim?¿Cuánto podríamos conseguir?” pregunta el abuelo.
“Oh,” miento, “probablemente como mínimo dos mil dólares.”
Los ojos de Benji se iluminan.
Lo pongo más difícil, al igual que otra capa de pintura, haciéndolo espeso. “Tal vez más.”
Después de cenar estoy en el baño de arriba enjuagando la pintura diluida de mi pincel de tamaño dos. Aun hay diminutas manchas amarillas en el mango, pero estoy bien con eso. Hace que se vea bien usado. El sonido de pasos es débil, como el deslizar de Benji alrededor o alguna cosa.
Lentamente, dejo el pincel y me asomo a la puerta abierta del baño en el pasillo, sujetando con fuerza el raspador de pintura. Por supuesto no hay nada allí.
Mi madre me enseño una oración cuando era pequeña. Me hizo jurar que lo diría cada noche.
“No se deshará de los sueños, no completamente, pero la ayuda les hará mejores,” dice. “Funciona en los demás.”

O Dios, que hiciste el cielo y la tierra,
De los sueños de esta noche protégeme.
Destruye cada demonio al nacer,
Que no me infecten las pesadillas.

Lo digo en la cama, pero no impide que los sueños lleguen. En ellos, estoy atrapada bajo el agua y algo malvado y malo está absorbiendo mi vida. Es oscuro. El agua pasa sobre mí, más y más pesada, y  en la distancia hay una malvada y fantasmagórica risa y un gemido que me está gritando, gritando, gritando.
Algo me alcanza, levantándome. Al principio es aterrador, peludo y fuerte, todos los músculos y zarpas se ven como las de un jaguar, pero entonces cambia a un chico, un enorme chico. Sus ojos oscuros están mirando los míos, oscuros, asustados y húmedos, pero de alguna forma fuertes, demasiado determinados.
“Tenemos que salvarla,” dice.
“¿A quién?” le pregunto. “¿A quién?”
De nuevo se vuelve un jaguar y gruñe. Es todo dientes y nariz. Despierto malhumorada y asustada porque sé que alguien está en peligro, pero no sé quién o como salvarle, solo que tengo que averiguarlo antes de que sea demasiado tarde. Wow, odio los sueños.

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