domingo, 8 de abril de 2012

After Obsession. Capítulo 4



4. Alan.

Trato de centrarme en el Acto II de Macbeth, pero todo lo que puedo hacer es pensar en Aimee Avery. Mi profesora de Inglés,  Mrs. Carey, está intentando hacer a Shakespeare más interesante, y tengo que admitir que lo que he estado leyendo está bien, para Shakespeare. Me gustan la brujería y la conspiración, pero Shakespeare requiere bastante trabajo, bastante concentración mental, y justo ahora no la tengo. Al menos no para Bill Shakespeare.
Aimee dijo que me vería luego. No parece que sea una cita o algo por el estilo. En realidad ni siquiera se diría que estuviera diciéndome que no me evitaría luego. Solo era una despedida habitual. No una promesa. Shakespeare habría escrito algo como que te vaya bien o algo de esa manera.
Tiene novio. Blake. Las campanas suenan y avanzo hasta la clase de arte. En vez de leer, estoy sujetando un pincel y mirando un trozo de lienzo.  Hay pintura roja en mi pincel y hace que recuerde la pintura roja que Aimee tenía en la mano. Es una artista. ¿Es buena? Tiene el pelo rojo.
Rojo
El maldito sueño. No se había ido. A lo mejor porque ahora sé que esa chica es Aimee. Por lo general, y no obstante, cuando un sueño como este permanece por mucho tiempo- cuando Onawa está en el sueño- es más que un espectáculo de una imagen mental.
Mi mano está moviéndose. La dejo ir. En realidad no sé que estoy haciendo. Parece que soy un autopiloto. Pinto y pienso, manteniendo por separado las dos cosas. No pinto con frecuencia. No soy bueno en esto, pero me gusta. Tengo sorprendentes imágenes en la cabeza, pero mis manos no son buenas traductoras.
¿Un Cheeto parecido a Marilyn Monroe? Sonrío al recordarlo. Su abuelo y su hermano pequeño son muy divertidos. ¿Quién demonios pagaría 500$ por un Cheeto?
Me congelo, mi pincel está suspendido sobre uno de los soportes  del lienzo. He pintado mi visión. Hay esta Aimee mirándome, su pelo rojo volando alrededor de su cara, sus amplios ojos verdes, y su boca están abiertas. Detrás de ella están los ojos verdes de Onawa, y rodeando las a ambas esta la oscuridad con completas formas girando. Esto es de locos. Probablemente nadie vería las formas en la pintura negra. Nadie se daría cuenta de que yo las pinte. ¿Verdad?
“Alan, esto es precioso.”
Oh mierda. Mr. Burnham permanece de pie detrás de mí, su mano está en su barbilla, sus ojos se fijaron en mi obra. Probablemente este recordando sus últimos veinte años, con el pelo corto y negro cuajado sobre la frente. En la cadera izquierda tiene el tatuaje de una tribu, lo cual me hace pensar que probablemente es el profesor más interesante en este colegio. Aun así, quiero alejarme de él.
“Te has dado cuenta de que el timbre a sonado hace unos pocos minutos, ¿verdad?” pregunta.
No es de extrañar que todo esté tan tranquilo. Miro a mí alrededor. No hay estudiantes en la clase de arte.
“Imagino que no lo escuche,” digo.
“Estuviste muy apasionado con esto. Puedo escribirte una nota para el siguiente profesor, pero necesitas guardar esto. Por hoy limpiare tus pinceles,” dice, y ahora estoy seguro de que es fantástico. “Dime, ¿estos espíritus están arremolinándose en la negrura del inframundo?”
“Si, eso creo,” digo.
“¿Y los ojos verdes?”
“Un puma.”
“¿Es un tótem personal?”
No estoy seguro de que decir. Miro su tatuaje. Esas cosas son comunes. Con cada pregunta difícil consigue que me sienta como un hombre primitivo. Eso no quiere decir nada.
“¿Sabes acerca de los tótems?” pregunto.
“Un poco.”
“Si. Claro.”
“Todos debemos tener un espíritu que nos guía. Nos haría la vida más fácil.”
“¿Eso cree?” pregunto.
“No. En algún lugar se apoya la línea,  en el lado de mi madre hay algunos de sangre de Penobscot, pero es muy fina para mí. Solo soy uno de los paganos pertenecientes al montón. No es que hable con las personas de esto. La gente de por aquí es muy conservadora, en caso de que no lo hayas entendido.”
Asiento. Quiero olvidarme de la carpintería permanecer aquí hablando con él, pero mr. Burnham coge el pincel de mi mano.
“Lavarlo,” dice. “Este es mi periodo de prueba. Guardare a un lado a Aimee y al puma y limpiare los pinceles después de escribir tu nota para clase.”
“¿Sabes quién es?”
“Aimee Avery es la mejor artista en este colegio. Naturalmente es una de mis favoritas. Eres consciente de que tiene novio. Blake Stanley.”
Le doy una vergonzosa mirada que hasta un hombre ciego podría interpretar. “Es la única persona que realmente habla conmigo.”
“Es una chica agradable,” dice mientras escribe la nota en el reverso de un trocito de papel. “¿Quién es tu profesor?”
Después de carpintería, cerca de la sala de las taquillas me preparo para cross-country. En el punto de partida, los Jets están en el campo practicando para el partido del viernes contra el Chickasha Fighting Chicks. Derrotar a los Chicks supondría el partido decisivo que llevarían a cabo los Jets. ¿Ganarán sin mí? Tal vez. No quiero pensar en ello.
El equipo de cross-country se reúne fuera del terreno de campo con la Entrenadora de Proceso, una mujer delgada con pelo de ratón y de pálidas pecas, indica la ruta por la que estaremos corriendo durante el día. Por supuesto no reconozco los nombres de las calles, lo cual significa que tendré que permanecer con alguien que sepa a donde nos estamos dirigiendo. Me vuelvo hacia Blake, el cual salió rápidamente al frente de la jauría. Le alcanzo y corro a su lado.
"No conozco la ruta," explico. "Los nombres de las calles."
"Es fácil de recordar una vez que la has hecho unas varias veces," dice. No está respirando con dificultad. Sus palabras son interrumpidas por todo el ruido que hacen sus pies sobre el pavimento. A pesar del frío, estamos llevando pantalones cortos. Echo un vistazo a las bombeantes piernas de Blake. Todos ellos son aficionados y delgaduchos. En realidad no tienen masa muscular. Puedo ver los músculos de sus pantorrillas flexionarse, pero casi no son distinguibles sus muslos. Todos son peones y no están entrenados para la resistencia. No se ponen de puntillas.
Corremos de un lado a otro durante cuarenta minutos sin hablar. Volvemos a girar por la esquina una última vez más guardando un poco de esperanza de que haya un surtidor de gas por algún lado y una tienda de medicamentos por otro. El terreno de campo del colegio esta dos cuadras más allá.
"Vamos a ver que eres capaz de hacer," le desafío. Blake me dirige una mirada diciéndome que soy un estúpido por retarle.
"¡Vamos!" se inclina y corre a toda velocidad hacia adelante. Yo hago lo mismo. Detrás de nosotros, el resto del equipo grita animando. Es sobre todo genérico, pero de vez en cuando escucho, "¡Vamos Blake!"
Le adelanto con facilidad, y ahora puedo escucharle jadear. Entonces no puedo. Se está quedando atrás. Diez metros. Veinte. Corro más allá de la valla del campo de futbol y veo a la Entrenadora de Proceso de pie frente al terreno del campo con el cronómetro en la mano. Pienso en los últimos metros entre yo y el touchdown que enviaría a los Jets a las eliminatorias y que descubriría otra ráfaga de velocidad. Resoplo por el entrenamiento mientras ella pulsa el reloj, con sus ojos siguiéndome a medida que comienzo a reducir la velocidad.
Blake termina con unos buenos cuatro segundos detrás de mí. Me vuelvo y le tiendo la mano. Durante un momento duda, entonces agarra mi mano. Al inhalar resopla nubes de vapor. Estoy respirando con un poco de dificultad, pero no como él. El resto del equipo llega sudando. La Entrenadora de Proceso les avisa sobre los tiempos y sus estudiantes van a verlos. Cuando ya están todos, me llama.
“¿Siempre corres tan rápido?” pregunta.
Me encojo de hombros. “No lo sé. Imagino que si.”
“Alan, tienes una buena oportunidad de unirte al equipo de recorrido por todo el estado si continuas así,” dice. “Buen trabajo.” Mira al equipo y les llama, “Daros una ducha.”
Una vez que estamos en la habitación de las taquillas, las personas que no me habían hablado antes ahora están felicitándome y hablando de lo rápido que soy. Sé que soy un buen atleta, pero todos estos elogios no hacen que me sienta cómodo. No es que me parezca a Adrian Peterson o a Barry Sanders. Estoy de pie en el banco que está situado en medio de dos largas filas de taquillas marrones, escuchando y tratando entender algo. Me agacho y desato mi zapatilla, mirando el frío suelo de cemento, escondiendo una sonrisa.
“Eso es porque es un indio. Está acostumbrado a robar cuero y correr para no ser atrapado. ”
El cuarto de las taquillas esta mortalmente en silencio a excepción del estático sonido de una de las duchas corriendo tras las taquillas. El aire se vuelve tan frío como el hielo y luego caliente, como si la aversión estuviese realizándose a través de él. La toalla de alguien se cae al suelo con los perversos listones de madera. Los pocos chicos en frente de mi se separan. Un escuálido y bajo niño está al lado de Blake. No sé el nombre del niño, pero es obvio que es el único que lo dijo. Permanece de espaldas a mí. No puede tener más de cinco o seis pies de alto, de ciento treinta libras. Tengo siete libras y catorce centímetros más que el.
“¿Qué has dicho?” pregunto. Es algo malo lo que hago, pero doy un paso hacia el. Realmente es algo malo. Doy otro paso. Los chicos se alejan de mí. El niño mira hacia Blake, pero Blake le ignora. Otro paso. “¿Dijiste algo sobre el cuero?”
“Hey, tio, solo estaba jugando por los alrededores,“ promete, levantando una mano en suplica. Da la espalda a la taquilla abierta. Las zapatillas de alguien cuelgan de un gancho.
“¿Jugando por los alrededores? Dices que robo cuero, luego corro como un cobarde ¿y eso jugando por los alrededores?”
“Si, tio. Ya sabes, como en las películas. Los Nativos Americanos siempre están asaltando a gente… ya sabes…”
“Si. Lo sé.” Digo. Ahora esto justo frente a él, y su cara está al nivel de mi pecho. Tiene que levantar la mirada hacia mí mientras le cayó a la fuerza. No es una amenaza. A lo mejor piensa que Blake le respaldaría. “Conozco las viejas películas indias. Ahora voy a decirte algo. No sé cómo hacéis las cosas los chicos de Maine, pero en Oklahoma, cuando alguien insulta a otro, no permanecemos por los alrededores y hablamos de ello. Solamente comenzamos a patearle el culo.”
“Oye, tio, en serio, solo estaba jugando.” Da un paso hacia atrás, pero estoy con él.
“Alan, tio, Matt necesita una ducha. Solo ignórale,” dice alguien detrás de mí.
“Siempre está diciendo bobadas que no puede demostrar,” dice alguien más.
En los ojos de Matt se ve el miedo. Eso es bastante bueno. Esta vez. “Escúchame, pequeño de cara pálida. Solo te lo avisare una vez. Haz otra broma de indios y te arrancare el pelo de la cabeza  para después patearte el culo. ¿Has entendido?”
“Si, tio. ¿Estamos tranquilos?” tiende una mano.
Miro lentamente desde la mano hasta sus ojos. Sus ojos están suplicando. Puedes decir mucho por los ojos de una persona. Matt es débil. Cree que es gracioso. Asiento, pero no le estrecho la mano.
“Estamos tranquilos.”
La tensión se rompe y los chicos van a cambiarse las ropas. Mama me mataría si tuviera una pelea el segundo día en el nuevo colegio. Me ducho y visto tan rápido como puedo sin parecer obvio, después me dirijo a por el autobús de la tarde.



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