lunes, 30 de agosto de 2010

Raza De Medianoche: El Beso Carmesí

Raza De Medianoche
2. El Beso Carmesí

Lejanas sirenas de la policía rugieron desde alguna parte ahí fuera, el silbido constante parecía estar acercándose a la zona de la ciudad donde se hallaba la clínica. Tess las oyó, y las oyó también el pirado que la mantenía cautiva. Ladeó la cabeza ligeramente, sin que sus ojos de color whisky la perdieran de vista por un segundo. Sonrió con ironía, curvando apenas las comisuras de su amplia boca, luego musitó una maldición por lo bajo.
—Parece que tu novio ha pedido un poco de ayuda.
Tess estaba demasiado ansiosa para responder, insegura de qué podría provocar en él el hecho de saber que las autoridades estaban de camino.
—Un modo brillante de joder una noche —gruñó él, aparentemente para sí mismo—. Ésta no es la manera correcta de dejar las cosas entre nosotros, pero parece que de momento no tengo más elección.
Acercó la mano a la cara de Tess. Ella se estremeció y trató de evitarla, esperando recibir el golpe de un puño o cualquier otra brutalidad. Pero únicamente sintió la cálida presión de su amplia palma abierta contra su frente. Se inclinó hacia ella, y ella sintió el suave toque de sus labios en la mejilla.
—Cierra los ojos —murmuró.
Y el mundo de Tess se sumió en la oscuridad.
Una nueva droga de diseño llamada carmesí circula entre los jóvenes de la raza de los vampiros, despertando en ellos una insaciable lujuria de sangre y transformándolos finalmente en malvados renegados.
Dante, guerrero y protector, tiene la misión de acabar con esta droga que está causando estragos entre los suyos. Tras un terrible enfrentamiento resulta gravemente herido y se refugia en una clínica veterinaria que encuentra en las afueras de la ciudad, en la que trabaja Tess Curver. Una dosis de sangre es lo único que puede salvarle y Tess es la única fuente posible en esos críticos momentos. Tras ese desesperado mordisco, Dante entiende que se trata de una compañera de sangre, una de las pocas humanas que poseen el don de unirse con los de su raza, por lo que el simple hecho de haber bebido de ella los une para siempre.
Al darse cuenta de ello, Dante se asusta y decide borrarle los recuerdos, pero un vivo deseo que no puede ignorar va surgiendo en él tornándose cada vez más intenso. Unidos por la sangre, Dante y Tess deberán enfrentarse a sus enemigos comunes y, al mismo tiempo, ambos se verán abocados a explorar los límites del deseo.


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