domingo, 26 de septiembre de 2010

Anita Blake: El Cadaver Alegre

Anita Blake

2. El Cadaver Alegre


El sudor empezaba a formar charcos bajo las correas de la pistolera, y me daba la impresión de que la blusa de seda se estaba licuando. Intento no usar pistolera de sobaco con ropa de seda, porque las correas la arrugan y se forman bolsas, pero me gustaba tener a mano la Browning Hi-Power de 9 mm.
Vamos, Anita, no creo que la necesites para ir a ver a un cliente en plena tarde. La voz de Bert tenía el tono condescendiente que se usa con los niños: «Vamos, bonita, sabes que lo digo por tu bien».
Pero no lo decía por mi bien; lo que no quería era espantar a Gaynor. Nos había mandado un cheque de cinco mil dólares... sólo por ir a su casa a hablar con él. Señal de que sería muy generoso si aceptábamos el caso, y Bert se ponía tierno sólo de pensarlo. A fin de cuentas, a él no le tocaba reanimar el cadáver; me tocaba a mí.

Cuanto más antiguo es el zombi, mayor es el sacrificio necesario para levantarlo.
La reanimación de cadáveres se ha convertido en un negocio muy lucrativo, al menos en San Luis, y en gran medida gracias al jefe de Anita Blake, un verdadero embaucador con un fino olfato para los negocios que le enseñó cómo sacar partido de su talento y le ofreció trabajo en Reanimators Inc. Pero cuando reciben una oferta de un millón de dólares para que Anita reanime un cadáver de casi trescientos años, la joven se niega en redondo… y empiezan los problemas.
Con el segundo título de la serie protagonizada por Anita Blake, Laurell K. Hamilton renovó las expectativas generadas con Placeres Prohibidos y siguió sentando las bases de uno de los hitos de la literatura vampírica moderna. Sin alardes y recurriendo a un lenguaje coloquial ágil y chispeante, la autora construye narraciones tremendamente adictivas en las que desarrolla uno de los análisis más certeros que ha dado la literatura de género sobre los miedos y prejuicios representados en los monstruos.

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