viernes, 10 de septiembre de 2010

Rampant

Rampant 


Yo nunca me iré realmente.," Dijo el unicornio. 
Destellos flotaban desde la punta de su cuerno de plata brillante. "Yo siempre viviré en tu corazón."   

 Me tragué la bilis que me subía por la garganta y me obligué a seguir leyendo.   
"Entonces el unicornio se volvió y se alejó al galope, con la cola rosa, suave y esponjosa balanceándose alegremente, mientras extendía sus alas iridiscentes al sol de la mañana."    Oh, no. 
No también alas.    
"Cada vez que los cascos de lavanda del unicornio tocaban la tierra, se escuchaba el timbre de un millar de campanas de hadas flotando hacia los niños".    


Olvídate de todo lo que siempre supiste de los unicornios... 

Los unicornios reales son venenosos, se alimentan de hombre como monstruos con enormes colmillos y maquinillas de afeitar en su afilado cuerno. Afortunadamente, han sido extinguidos hace ciento cincuenta años.
O no. 
Astrid se había burlado siempre de su excéntrica madre de historias de acerca de los unicornios asesinos. Pero cuando uno de los ataques de estos monstruos fue a su novio - llevando a la ruina toda posibilidad de que tenia de contraer matrinonio- Astrid se dirige a Roma para formarse en el antiguo claustro de los cazadores de unicornio como lo han hecho durante siglos. Sin embargo, en todos los claustros ya no es lo que parece. Afuera, los unicornios esperan para atacar. Y en el interior, Astrid se enfrenta a otros, con inesperadas amenazas: desde la caída, las paredes cubiertas de hueso vibran con un terrible poder de las agendas ocultas de los cazadores a sus compañeros - quizás el más peligroso de todos - su creciente atracción hacia un guapo estudiante de arte. . . una atracción que podría poner en peligro todo.



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