domingo, 2 de diciembre de 2012

Mi Despiadado Príncipe. Capítulo 1 Parte 3

Pero se advirtió a si misma de no perder de vista el echo de que estaba enfrentándose a un hombre peligroso que no era dueño de sus facultades. Si le presionaba demasiado, no sabría decir que haría.

Extendió la mano hacia el. 

—Ven conmigo, Drake. Escapa conmigo ahora, antes de que regresen. Me encargaré de ti.

—Oh, Emily, —susurró con una fugaz mueca de angustia.

—Ya te perdí una vez. No puedo pasar por eso de nuevo.

—Te matarán. —susurró. —Nos matarán a los dos.

—No si nos movemos ahora. Todavía podemos escapar. Sabes que podemos, tu y yo, juntos. Ese bosque. Sera como en los viejos tiempos. Déjame ocuparme de ti, querido. Estas confundido. Se que no quieres estar aquí.

El negó con la cabeza, alejándose de ella con agitación. 

—¿Por qué nunca escuchas? No puedo creer que estés aquí. ¡Te dije que tenía que hacer esto!

—Pero no es así. Lo que sea que piensas que estas intentando hacer aquí, solo va a conseguir matarte a ti mismo. No puedo permitir esto, Drake. Has mordido algo que puedes masticar esta vez, y me necesitas para volver a casa. Cualquier cosa que James te haya dicho, este no es el lugar al que perteneces.

—¡Eres la única que no debe estar aquí! —le devolvió en un fiero susurro, dando un gran paso más cerca de ella. —¿Cómo puedes arriesgarte de esta manera? ¡Y dices que soy yo el único enfermo¡

—Drake, negando lo que te ha ocurrido no va ayudar a que te sientas mejor. ¡No estás bien! Necesitas tiempo para sanar. Tendrás todas tus fuerzas con el tiempo, entonces tal vez...

—He recuperado toda mi fuerza, —gruño.

— Quizás físicamente . Pero ambos sabemos que no estar listo en tu interior para cualquier tipo de misión. Ven conmigo. Permiteme ayudarte. Sabes que puedes confiar en mi. Por favor, Drake. Escapemos ahora antes de que ellos regresen.

—No.

Ella se detuvo, tomando una nueva estrategia. 

— Así que, ¿quieres que haga seiscientas millas de regreso por mi misma? —preguntó ella, para poder ser tan perversa como el cuando la ocasión lo requería. —Sabes que peligro es ese bosque. Lobos. Osos. Hombres.

Estrecho los ojos hacia ella, consciente de lo que estaba intentando. Había matado al último hombre que la había amenazado.

—¿Me vas a hacer volver por tres países en guerra sola? No tengo dinero. No hablo el lenguaje.

—Es sorprendente que hayas llegado aquí con vida, —murmuro. —Nunca has estado fuera de la comarca.

—Te seguí, —dijo ella simplemente, encogiéndose de hombros. —A ti y a James. Algunas veces pensé que casi me descubriste.

El bajo la mirada. 

—Pensé que era mi imaginación. —Después movió la cabeza hacia ella. —¿Por qué me hiciste esto?

—No a ti. Sino por ti. Porque me necesitas. —Cogió la mano de él en las suyas y tiro de ellas. —Vamos, hablaremos más tarde. Necesitamos irnos de aquí justo ahora.

Se quedo quieto aunque sus dedos rodearon suavemente los de ella.

—Lo siento, Emily. No.

—¡Drake, ya no eres un agente! —susurro desesperada. —¡La Orden teme que les hayas traicionado!

—Quizás lo he hecho. ¿Alguna vez pensaste eso?

—No seas absurdo. Si vuelves en ti, se que estarás bien. Responderé por ti. Iremos hacia ellos juntos y les explicaremos que acababas de cometer un error, te equivocaste en tu juramento, pensando que podrías regresar aquí y vencerles solo…

—No me equivoque, —respondió sombríamente él.

Justo entonces, el sonido de voces masculinas acercándose a través del bosque hizo que Emily contuviera el aliento.

—¡Vamos, Drake! ¡ Por favor!

—¡No! No voy a ir contigo. Ahora regresa a esa ensangrentada cueva y escóndete ahora mismo…

—Basta, —le interrumpió, recurriendo a su pistola. Arqueo una ceja mientras saco su arma y le apunto.

—Vamos, ahora.

—¿Qué, estas tomándome de rehén?

—¡Vamos, idiota! — le suplico.

Dejo escapar una grave y cínica risa. 

—Pulsa el gatillo, por favor. —Rompió el cuello de su camisa, mostrando la parte superior de su pecho. —Es lo mismo. Prefiero que lo hagas tú que cualquier otro.

Ella frunció el ceño ante el farol que el dio, pero le cogió por la camisa con una mano, preparándose para arrastrarle físicamente a Inglaterra si tenía que hacerlo.

—Lo hago por ti. ¡Vamos, ahora! —ordeno, tomándole cautivo a punta de pistola. —No me des problemas. ¡Camina!

Se estaba riendo de ella.

—Vas a venir conmigo. ¡Maldita sea, Drake, estoy intentando salvarte de aquí!

—¿Qué te hace pensar que tengo algún deseo de ser salvado? —La cogió por la muñeca donde su mano agarraba su camina. — Suéltame, Emily. —Miro profundamente en sus ojos y repitió en una significativa voz baja: —Déjame ir.

—No, —respiro, mirándole a los ojos mientras movía la cabeza. —Nunca.



No hay comentarios:

Publicar un comentario