domingo, 2 de diciembre de 2012

Mi Despiadado Príncipe. Capítulo 1 Parte 4

—Acabo de decirte que es demasiado tarde para mí. Se lo que estoy haciendo, Emily. Ahora, vete. Tienes que hacer esto por mi. Nada merecería la pena si tu murieses.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No llores. —toco su cara con nostalgia. —No hagas ruido. Solo regresa a esa cueva y permanece fuera de vista. Estan viniendo. Vamos, ahora. Les alejare de aqui. Espera hasta que nos vallamos, después corre como el infierno hasta esa montaña y ve a casa. Tienes que confiar en mí. Dile lo mismo a Max.
Emily se negó a moverse.
—Nunca será mi hogar de nuevo, —mira. —No puedo dejar que mueras aquí.
El miro sobre su hombro.
—Si no corres, vas a morir conmigo. ¿Es lo que quieres? —Quizás. Es mejor que volver sola. —Él miró desconcertado ante su respuesta, pero ella le mantuvo la mirada en desafio. ¿El idiota todavía no sabía lo que sentía ella por él?—No tienes ni idea de en lo que te has metido, —pronunció. —No me importa, ¡no puedo dejar que te hieran otra vez!—¡Diablos! Voy a retorcer tu cuello por esto, —murmuró, después rapidamente la cogió por la muñeca y la tiró hacia el, apartando la pistola y metiendola en la parte posterior de su cintura. Un segundo antes de que los guardias Prometeos se apresurasen hacia el claro por junto al río, Drake hizo algo que nunca había hecho antes.Algo que a ella le sorprendió hasta la médula.
La atrapó en sus brazos y la besó, reclamando su boca con descarada y lujuriosa intención.
Al principio incluso estaba sorprendida para reaccionar. Después de todo, su madre se lo había dejado muy claro hace años, cuando Emily era una torpe de quince años, que esto nunca debería ocurrir, o su padre sería despedido.
Había hecho todo lo posible desde entonces, ni siquiera pasaba por su cabeza, en sus fantasías de niña, el besarle.
No es que sus esfuerzos siempre habían sido exitosos.
Ahora era lo bastante mayor para saber que le quería y sentir que el había solido parmener alejado precisamente porque lo sabía, también.
Pero ninguna de sus fantasías alguna vez había capturado su primer beso ocurriendo de esa manera, con una docena de guardias Prometeos acecándose al claro y rodeándoles. El terror se mezcló con la intoxicación: Ambos tenían las rodillas débiles. Ella se aferró a sus hombros para no caerse, tentativamente siguiendo su ejemplo.
Drake ignoró completamente a los hombres y continuó besandola, su lengua en su boca, sus dedos tocando sus caderas sensualmente mientras los hombres se burlaban y gritaban de sorpresa al encontrarles. Cuando finalmente termino el impetuoso, más bien grosero, beso y la soltó, Emily vio las estrellas.
—Falsa alarma, muchachos, —arrastró las palabras al final, sonando ligeramente sin aliento. Se lamió los labios y avidamente sostuvo su atónita mirada – apesar de que ella noto la exasperación de él hacia ella aún latente en las profundida medianoche de sus ojos.
No podía apartar la mirada, completamente sorprendida por el y la potente mezcla de temos y de miseria bonbeandos en su sangre.
—¿Qué es esto? —demando uno de los guardias en Ingles.
—¿Esto? —Drake lanza al hombre una de esas viejas y diabólicas sonrisas. —Esta es mi chica.
—¿Tu chica? —exclamarón en una escéptica sorpresa.—Sí. Vosotros muchachos casi mataís a mi pequeña sirvientita favorita. Habría estado muy enfadado si cualquiera de vosotros hubieraís arañado su hermosa parte inferior. —le dió una palmada en el trasero, y Emily jadeó con franqueza.
Los hombres intercambiarón irónicas y humorísticas miradas.
—¿Su sirvienta, Capitan? —preguntó un curtido francés, como si no estuviera absolutamente de acuerdo.—Oh, si. Es muy debota con mis necesidades, —dijo lentamente Drake, con una insinuación que despertó las risas. —¿Verdad, amor?
Emily al principio no podía manejar una respuesta, sonrojándose y trabándose con la lengua. Sabía que sería mejor seguir el juego pero estaba completamente fuera de sí y más bien mortificada.
Por encima de todo, estaba molesta por su insultante elección de terminos hacia ella -¿en realidad era una sirvienta moza?
La diferencia en sus puestos había sido durante mucho tiempo un punto sensible para ella, como bien sabía el, desde que era obvio lo que habían hecho sus padres al considerarla indigna de su esplendido hijo. El puntiagudo recordatorio de ello ahora solo volvia a demostrar cuan furioso estaba el con ella por venir aqui. Absolutamente creía que Su Señoría había acabado de ponerla en su lugar.
Desagradecido Villano.
—Tenía la sensación de que podría seguirme. Hemos estado haciendo esto durante años, ¿no es cierto, cariño? Incluso desde que ella era lo bastante joven para saber que hacer con un hombre. Pero por desgracia, se hizo adicta. —arrastró las palabras mirándola a los ojos. —Cada vez que intento dejarla a un lado, sigue apareciendo otra de vez.
—Hmmph, —dijo Emily, levantando la barbilla, medio divertida, medio indignada ante su fanfarronería, y muy consciente de que había algo de verdad en ella.Indignación ante su astuta y aguijoneante ayuda para encontrar sus agallas de nuevo. Muy bien, podía jugar tan descaradamente como el si eso significaba la diferencia entre la vida y la muerte.—Si soy la única adicta, entonces ¿por qué sigue enviandome... milord? —respondió con una mirada maliciosa.
―Buena pregunta, ―murmuró, mirándola en una vigorosa aprobación. ―Eres mi pequeño y sucio secreto, ¿verdad?
Esto es lo que mi madre temía. Cogió la solapa de su abrigo negro y se acercó a el.―Ambos sabemos que necesitas a alguien mirando detras de ti.
―Y, a su vez, ambos sabemos lo que tu necesitas, ―replicó el con una extremada sonrisa. Cuando deslizó sus manos desde su cintura hasta sus caderas, no pudo contener un grito de asombro; sus ojos se pusierón levemente vidriosos.
Se maldijo por la bruma de deseo que arrojó sobre ella, porque su amada espía solo estaba montando un espectaculo para engañar a los otros. No te pongas tan emocionada, se dijo a sí misma. Esto era solo un truco.

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