miércoles, 26 de diciembre de 2012

Mi Despiadado Príncipe. Capítulo 2. Part 1


Capítulo 2.
Traducido por Katiliz94


Había muchos guardias, determino Emily manteniendo los ojos abiertos y la boca cerrada hasta que tuviese una mejor idea sobre lo que iba a hacer por los alrededores, y donde estaba en realidad la lealtad de Drake en ese momento.
El Castillo de Waldford se cernía por delante, con bultos de piedras elevándose entre los árboles. La enorme huella en la terrenosa montaña formaba un cuadrilátero irregular con puntiagudas torres en las esquinas irregulares.
Los oscuros tejados grises cubrían las desgastadas paredes labradas de resistentes y doradas piedras. Había una torre central que era de forma cuadricular hasta la mitad de su longitud, pero una segunda capa cilindrica se extendía en lo alto incluso más allá del cielo. Algunas estrechas ventanas con parteluz del torreón estaban iluminadas por el sol.
Debajo del castillo, el verde bosque se abrazaba a las paredes; detrás de el, las blancas montañas, y sobre ellas, los cielos azules. No parecía del todo un lugar donde podrían suceder cosas siniestras.
Pero las apariencias podían engañar.
Mientras se aproximaban a la puerta de entrada, Emily notó el escudo de armas grabado en lo alto de la cupula de cañón de la entrada ante la fortaleza erizada. Los pelos de su nuca se erizaron cuando vio el símbolo de la antorcha en el centro de la cresta -la insignia favorita de los Prometeos, como Drake le había dicho hace tiempo.
Su corazón latía con fuerza mientras caminaba junto a él por debajo del pórtico con púas y atravesaba la enorme apertura protegida con las paredes exteriores del castillo.
Una vez dentro de las murallas, pasaron por una puerta más pequeña dentro de otra muralla defensiva.
Emily mantuvo la cabeza en alto a pesar de que su estomago estaba en nudos La presencia de Drake a su lado le ayudaba a mantener una fachada de confidencialidad, pero en ese momento, incluso el parecía un extraño.
Quizá todo esto había sido una muy mala idea. Pero era demasiado tarde para echarse atrás mientras era escoltada hasta un patio porticado en el corazón de la poderosa fortaleza.
Drake mantuvo una mano firme en la parte baja de su espalda. Pero con los otros guardias alrededor de ellos, todavía evitaba el contacto visual con ella, mirando directamente hacia delante, con la barbilla en alto. Algo relacionado con el conjunto de sus amplios hombros la advirtió que estaba preparado para luchar si hacia falta. Dios. La ultima cosa que él necesitaba por el bien de su cordura era participar en más violencia En el corazón de la fortaleza de os Prometeos, sin embargo, con los guardias en cada lado de ellos, se dio cuenta de que lo que había dicho antes era verdad... un movimiento en falso, y ambos podrían morir.
¿En qué demonios estaba pensando el, al venir a la guarida del león de esta manera? ¿Por qué siquiera le aceptarían?
¿Cómo de lejos había llegado para ganar su confianza?
Este camino, ―le urgió el, acompañándola a través del patio interior, con una mano firme presionando contra su espalda.
Muchos de los guardias se separaron de ellos allí, dividiéndose para regresar a sus diversos puestos. Jacques y los otros dos les escoltaron dentro del propio castillo.
Tan pronto como pusieron un pie dentro, Emily titubeó, sorprendida ante una súbita sensación indescriptible -con temor, sin palabras- como si hubiese terminado de caminar por una invisible muro de maldad al entrar en ese lugar.
La piel de gallina se erizó en sus brazos ante la misteriosa atmósfera dentro del castillo, el extraño y débil olor en el aire.
El olor de la muerte, corrupción...
Ven conmigo, ―murmuró Drake.
Si el notaba su instintiva repulsión, como un caballo poniendo obstaculos ante una carretera donde acechaba un peligro que el jinete no podía ver, no dio señal.
Se dijo que estaba siendo tonta. La repentina caída de temperatura era el mero resultado de haber pasado por la sombra más fría del edificio.
Sin embargo, los bondadosos campesinos alemanes en las granjas periféricas habían advertido que ella no había estado aquí cuando se había detenido para comprar provisiones y pedir información. Solo había elegido unas palabras básicas en su lengua a lo largo del día, pero por sus gestos, sus precipitados signos de la Cruz, y el temblor sombrío de sus cabezas, fue consciente de que los lugareños consideraban que se trataba del maldito Castillo Waldfort.



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