martes, 13 de agosto de 2013

Capítulo 1 de The Fallen Star (Fallen Star #1)

Capítulo 1 de The Fallen Star (Fallen Star #1) 

En la niebla de un oscuro bosque, perseguida por el frío del invierno, corría por mi vida. Mis pies producían un pesado ruido sordo contra la nieve mientras el estruendoso rugido de los monstruos de centelleantes ojos y mantas negras me perseguían.

Empujé en vano a través de los quebradizos pinos, las ramas sin hojas arañaban mi piel. La nieve inundaba mis tenis, empapando mis jeans más y más arriba con cada paso que dada. Mi corazón latía furiosamente. Mis pulmones se apretaban cada vez más, cerca de colapsar por el cansancio. El aire volviéndose más frío. La niebla girando por todos lados. Estaban cerca. Demasiado cerca. Eso es lo que estas cosas hicieron… bajaron la temperatura tan drásticamente que el aire se llenó de hielo al instante. Y si me atrapaban, estaba desahuciada. Su frío me estrangularía hasta una muerte por hipotermia en un abrir y cerrar de ojos.

Eché un frenético vistazo sobre mi hombro, luchando por mantener en movimiento mis entumecidas piernas. Destellos de amarillo fluían entre los árboles. Una capa de hielo crujió por el suelo, mordiendo mis talones. Aparté la vista, obligándome a correr más rápido.

—Gemma, de nada sirve correr —la voz del hombre retumbo a través de la noche. Era la misma voz que siempre aparecía justo antes de que los monstruos me atraparan—. No importa lo que hagas, nunca escaparás.

El sonido de ramas partiéndose y pisadas crujiendo hizo eco más cerca. Mis músculos se congelaron, dejándome ninguna otra opción más que bajar el ritmo hasta un trote aletargado. Una fría briza rozó mi piel mientras helados dedos se envolvían alrededor de mi nuca y tiraban de mí hacia atrás, mis huesos crujieron en protesta.

Dejé salir un incontrolable gemido y abrí la boca para gritar, pero sólo salió un susurro. Lancé mi peso hacia delante, retorciéndome, pateando y luchando por liberarme con cada gramo de la fuerza que tenía en mí. Pero fue inútil. Mis brazos y piernas se movían en cámara lenta.

Mi sangre corría mortalmente fría, mis venas oscureciéndose, trazando un mapa de líneas azuladas y moradas por mi piel.

—Te dije que no tenía caso —un hombre alto y musculoso apareció frente a mí. Los huesudos dedos del monstruo con capucha negra se hundieron profundamente en mi piel—. Como dije, no escaparas —esbozó el tipo de sonrisa que hubiera mandado escalofríos por mi columna si no ya me estuviera congelando a morir.

La dorada luz de la luna iluminaba desde el cielo nocturno, destacando una cicatriz blanca arañando su mejilla izquierda. Su cabello negro combinaba con sus ojos oscuros, vacíos.

—Termina con ella —ordenó.

Los monstruos con mantos negros se deslizaron de los árboles, sus ojos amarillos centelleando con hambre. Traté de gritar de nuevo mientras hielo se movía rápidamente por mi cuerpo. Escuché una profunda risa y me sentí a mí misma caer. Entonces todo se volvió negro.
Leer Aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario