martes, 13 de agosto de 2013

Prologo de A Job From Hell (Ancient Legends #1)

Prologo de A Job From Hell (Ancient Legends #1) 

Se dice  que la gente puede sentir su muerte inminente. Tal vez escuchen  la canción de la muerte en el viento. O la tierra deja de girar durante un segundo, en luto  los que aún están por morirNo vi ninguno de los signos  cuando arrastré mi cuerpo cansado por el Otro Mundo, esperando a que los alados guardianes del demonio  me recojan y me dejen caer de nuevo en el umbral del mundo de los vivos.
Era  un objeto brillante, haciéndome señas desde debajo de un arbusto, que me atrajo  a la trampa del asesino.
Cuando me agaché y empujé mi brazo en la espesura, un agudo dolor atravesó mi piel y dientes cortaron en mis huesos. Me atraganté con mi aliento, mi grito apenas encontró su manera de salir de mi garganta. El pánico creció dentro de mí, seguido por una sensación de temor. Estaba atrapad a. Incluso si los inmortales me escucharon, no podían ayudarme.
Cegada por el miedo, saqué  y pateé a la gruñona criatura que estaba  mirando fuera de la tierra, toda su  piel y huesos y pelo enredado rojo. Era una mujer, sin duda, pero la forma en que atravesó la piel y los músculos, sorbiendo mi sangre, no se parecían a ningún ser humano.
En algún lugar detrás de mí, alas revolotearon.
“Trae los demonios de fuego, Octavio.  Convierte esa cosa en tostadas quemadas.” gritó alguien.
A pesar de mi pánico, sonreí al reconocer la voz de Cass en mi cabeza.
El fuego nos envolvió, bañando la penumbra en un resplandor de fuego. La criatura chilló, pero no  soltó mi brazo dolorido. Si ni siquiera los ángeles y demonios de Cass podrían asustarla, nada lo haría.
Mi visión se volvió borrosa, mis fuerzas disminuyeron. Podía sentir mi sangre saliendo de mí en un largo y constante flujo,  hasta que pensé que estaba flotando. Desde el borde de mi conciencia, me di cuenta que un negro demonio alado había aparecido a mi lado. Una llama espesa quemó mi piel. Grité de dolor, grité hasta herir mis oídos. Mis ojos se fijaron en sus zócalos. La criatura siseó, continuó sorbiendo.
Algo acarició mis mejillas, su luz era como una pluma. Mi respiración se profundizó y mi corazón se ralentizó en el pecho. Vagué en  la conciencia hasta que me di cuenta de que el dolor punzante remitía, así que me dejé  caer en el olvido, deseosa de escapar.
Pero deduzco que no me estoy dando a entender, así que voy a empezar desde el principio. Así es como entré en el mortal mundo de Aidan.
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